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En el día de San Valentín, te propongo reflexionar

El día de San Valentín es un día para celebrar el amor, muchos dicen que es un día en el cual las parejas celebran su vínculo, sin embargo, soy de la opción de celebrar el amor en sus diferentes facetas.

En los últimos años se ha puesto sobre la mesa que este día también se trata sobre el amor propio, y muchas personas critican esta apertura, ya que dicen que es una moda o que a veces hasta ese amor propio podría parecer algo potenciado por los medios de comunicación para lucrar con eso.

Independiente de lo que digan, aceptar lo que somos siempre será positivo. Ser genuino y fuerte hace bien al alma.

Una arista que me llama la atención es la carga que tiene una mujer por no tener una “relación” y el 14 de febrero es un día donde fuertemente se visibiliza la falta de pareja. Es como si el hombre fuese el premio más grande que podrían conseguir las mujeres, tal como si llegáramos a una meta.

Hay unas palabras de John Lennon que me gustan y siempre las replico ; ”Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida sólo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad. No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en nuestra vida merece cargar en las espaldas la responsabilidad de completar lo que nos falta”. ¿Por qué debemos cargar con esa imposición?

Creo que es injusto que en un día como San Valentín las personas se cuestionen el estar solteras, sobre todo las mujeres, como si tuvieran lepra o estuvieran enfermas. Cuando una persona tiene la opción de elegir sin que pese una imposición social, abrimos la puerta a decidir y no de resignarnos.

¡La soltería no es sinónimo de sufrimiento! Las mujeres tienen la opción de elegir, si alguien suma en su vida se embarcará en una relación. Tienen la opción de hacer la ecuación y si no hay resultados… no los hay y punto. Lamentablemente la balanza no está en equilibrio: un hombre sólo es un soltero codiciado, mientras una mujer sin pareja no lo es.

Por otra parte, y algo que no me cansaré de relatar es como algunas parejas se desviven ideando celebraciones para San Valentín y el resto del año son protagonistas de una película de terror. Hace algunos años conocí el caso de un matrimonio en el cual cada año tenían una celebración espectacular para el día de San Valentín, pero se sabía que en esa relación había mucha violencia física, económica y psicológica en contra de la mujer. Por lo que al final de cuentas los que sabían de esta situación sentían que él, una vez al año, envolvía en un paquete de regalo todas sus culpas por las malas conductas que ejercía.

Según datos entregados por ONU Mujeres la mayor parte de la violencia contra las mujeres es perpetrada por sus maridos o parejas íntimas o por parte de sus exmaridos o exparejas. A nivel global, alrededor de 81 mil mujeres y niñas fueron asesinadas en el 2020, unas 47 mil de ellas, (es decir, el 58%), a manos de sus parejas o familiares.

En este día, en el que la industria hace mucho dinero, deberíamos darnos el tiempo para reflexionar sobre la forma en que amamos y creamos vínculos.

El día de San Valentín es un día para celebrar el amor, muchos dicen que es un día en el cual las parejas celebran su vínculo, sin embargo, soy de la opción de celebrar el amor en sus diferentes facetas.

En los últimos años se ha puesto sobre la mesa que este día también se trata sobre el amor propio, y muchas personas critican esta apertura, ya que dicen que es una moda o que a veces hasta ese amor propio podría parecer algo potenciado por los medios de comunicación para lucrar con eso.

Independiente de lo que digan, aceptar lo que somos siempre será positivo. Ser genuino y fuerte hace bien al alma.

Una arista que me llama la atención es la carga que tiene una mujer por no tener una “relación” y el 14 de febrero es un día donde fuertemente se visibiliza la falta de pareja. Es como si el hombre fuese el premio más grande que podrían conseguir las mujeres, tal como si llegáramos a una meta.

Hay unas palabras de John Lennon que me gustan y siempre las replico ; ”Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida sólo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad. No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en nuestra vida merece cargar en las espaldas la responsabilidad de completar lo que nos falta”. ¿Por qué debemos cargar con esa imposición?

Creo que es injusto que en un día como San Valentín las personas se cuestionen el estar solteras, sobre todo las mujeres, como si tuvieran lepra o estuvieran enfermas. Cuando una persona tiene la opción de elegir sin que pese una imposición social, abrimos la puerta a decidir y no de resignarnos.

¡La soltería no es sinónimo de sufrimiento! Las mujeres tienen la opción de elegir, si alguien suma en su vida se embarcará en una relación. Tienen la opción de hacer la ecuación y si no hay resultados… no los hay y punto. Lamentablemente la balanza no está en equilibrio: un hombre sólo es un soltero codiciado, mientras una mujer sin pareja no lo es.

Por otra parte, y algo que no me cansaré de relatar es como algunas parejas se desviven ideando celebraciones para San Valentín y el resto del año son protagonistas de una película de terror. Hace algunos años conocí el caso de un matrimonio en el cual cada año tenían una celebración espectacular para el día de San Valentín, pero se sabía que en esa relación había mucha violencia física, económica y psicológica en contra de la mujer. Por lo que al final de cuentas los que sabían de esta situación sentían que él, una vez al año, envolvía en un paquete de regalo todas sus culpas por las malas conductas que ejercía.

Según datos entregados por ONU Mujeres la mayor parte de la violencia contra las mujeres es perpetrada por sus maridos o parejas íntimas o por parte de sus exmaridos o exparejas. A nivel global, alrededor de 81 mil mujeres y niñas fueron asesinadas en el 2020, unas 47 mil de ellas, (es decir, el 58%), a manos de sus parejas o familiares.

En este día, en el que la industria hace mucho dinero, deberíamos darnos el tiempo para reflexionar sobre la forma en que amamos y creamos vínculos.