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LA MUJER COMO ARMA DE GUERRA

Las imágenes que han recorrido el mundo, en donde se ven mujeres que han sido exhibidas por terroristas de Hamás como trofeos, con sus cuerpos desnudos y ensangrentados, es una situación absolutamente condenable. Pero lamentablemente, cuando intercambio estas ideas de rechazo con algunas personas, siento que no existe una conciencia real sobre estos horribles actos.

Las mujeres hemos sido vistas históricamente como objetos de consumo, y en los conflictos armados somos víctimas de todo tipo de ataques hacia nuestra integridad física y psicológica. Si bien la población civil sufre múltiples actos de violencia, existen violencias que se ejercen casi exclusivamente hacia las mujeres. Estos actos brutales son el abuso o agresión sexual, violaciones, prostitución forzada y esclavitud sexual, entre otros.

Este ataque hacia la sexualidad de la mujer se relaciona directamente con la forma en que se nos socializa, entendiendo (consciente o inconscientemente) el cuerpo femenino como un objeto sexual a disposición de las necesidades de los hombres.

Toda vulneración, perturbación o amenaza al derecho de las mujeres a la libertad e integridad, indemnidad y autonomía sexual y reproductiva, o al derecho de las niñas a la indemnidad sexual, es violencia sexual.

La violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzada o cualquier otra forma de violencia sexual de gravedad comparable se enmarca en crimen de lesa humanidad cuando se cometen como parte de un ataque generalizado o sistemático contra la población civil y con conocimiento de dicho ataque.

Las imágenes mostradas por los medios no se tratan de un hecho aislado. El cuerpo de la mujer siempre ha sido usado como arma y campo de guerra en la gran mayoría de conflictos armados. La utilización de mujeres como “armas de guerra” es un fenómeno extremadamente preocupante y que se da por diversas razones.

Entre estas razones se encuentra el dominio y la humillación. Esto es una táctica para someter y humillar a la población enemiga, así como ejercer control y poder sobre una comunidad. También intentar intimidar y sembrar terror, transformando a las mujeres en armas para aterrorizar y desestabilizar a las comunidades locales. Esto puede obligar a las personas a huir de sus hogares o a someterse al control de un grupo armado.

En otros casos, las mujeres son secuestradas y forzadas a casarse o a servir a combatientes como una forma de controlar los recursos y la mano de obra en áreas en conflicto. La trata de personas en el contexto de conflictos, esto es el reclutamiento, transporte y transferencia mediante la amenaza o el uso de la fuerza u otras formas de coerción a cambio de recibir dinero o beneficios, puede destruir comunidades y fragmentar el tejido social.

Es importante destacar que el uso de mujeres como “armas de guerra” es una grave violación de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario. La comunidad internacional ha condenado categóricamente estas prácticas y se han establecido tribunales internacionales para perseguir y juzgar a los responsables de estos crímenes. Sin embargo, en muchos conflictos, los perpetradores de estos crímenes no son llevados ante la justicia debido a la impunidad o la falta de recursos para investigar y procesar estos casos.

La imagen de una madre implorando que encontraran a su hija no es una imagen que nos debe dejar indiferentes o pensar que es una noticia más. Esto es algo que sucede diariamente y debemos hacer algo desde nuestra esfera de posibilidades. La prevención de estos abusos y la protección de las víctimas son cuestiones fundamentales en la promoción de los derechos intrínsecos de los seres humanos.

Women as weapons of war

The images that have spread worldwide, showing women displayed by Hamas terrorists as trophies, with their naked and bloody bodies, are reprehensible. But unfortunately, when I exchange these ideas of rejection with some people, I feel that there is no real awareness of these horrible acts.

Women have historically been seen as consumer objects, and in armed conflicts, we are victims of all types of attacks on our physical and psychological integrity. Although the civilian population suffers multiple acts of violence, there is one kind that is exercised almost exclusively against women. These brutal acts are sexual abuse or assault, rape, forced prostitution, and sexual slavery.

This attack on women’s sexuality is directly related to how we are socialized, understanding (consciously or unconsciously) the female body as a sexual object available to the needs of men.

Any violation, disturbance, or threat to women’s right to sexual and reproductive freedom and integrity, indemnity and autonomy, or to girls’ right to sexual indemnity is sexual violence.

Rape, sexual slavery, forced prostitution, forced pregnancy, forced sterilization, or any other form of sexual violence of comparable severity is classified as a crime against humanity when committed as part of a widespread or systematic attack against the civilian population.

The images shown by the media are not an isolated event. The woman’s body has always been used as a weapon and field of war in most armed conflicts. Using women as “weapons of war” is a highly worrying phenomenon and occurs for various reasons.

Among these reasons are dominance and humiliation. This tactic is to subdue and humiliate the enemy population and exert control and power over a community, as is trying to intimidate and sow terror, transforming women into weapons to terrorize and destabilize local communities. This can force people to flee their homes or submit to the control of an armed group.

In other cases, women are kidnapped and forced to marry or serve combatants to control resources and labor in conflict areas. Conflict-related human trafficking – the recruitment, transportation, and transfer through the threat or use of force or other forms of coercion in exchange for money or benefits – can destroy communities and fragment the social fabric.

It is essential to highlight that using women as “weapons of war” seriously violates human rights and international humanitarian law. The international community has categorically condemned these practices, and international tribunals have been established to pursue and judge those responsible for these crimes. However, in many conflicts, the perpetrators of these crimes are not brought to justice due to impunity or a lack of resources to investigate and prosecute these cases.

The image of a mother begging for her daughter to be found is not an image that should leave us indifferent or think that it is just another piece of news. This happens daily, and we must do something from our sphere of possibilities. The prevention of these abuses and the protection of victims are fundamental issues in promoting the intrinsic rights of human beings.