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Editorial

Soy el primer sorprendido cuando menciono que estamos entrando a nuestro décimo noveno año con El Tiempo Hispano. Muchas personas han estado en este proyecto desde sus propios inicios; a ellas les guardo eterna gratitud por su desinteresado apoyo.

Cada nueva edición es un reto creativo e informativo, y cuando pasamos las páginas de las viejas ediciones, caemos en cuenta que ha sido maravilloso conocer tanta gente interesante que hace de nuestro estado un mejor lugar para vivir.

No solo hemos llegado al momento de ayudar a criar a nuestros nietos, que cuando iniciamos el periódico aún no habían nacido, sino que también hemos podido disfrutar del avance de muchos jóvenes que en algún momento aparecieron en nuestras páginas. Esa es la mayor satisfacción, sin duda.

Los tiempos han cambiado y nosotros con ellos, haciendo alarde de aquella máxima que reza que lo único que no cambia es el cambio. Así, nosotros hemos hecho cambios en nuestra apariencia e incluso en la periodicidad. Lo que no hemos modificado es el norte que nos ha guiado a través del tiempo: lograr que la comunidad hispana de Delaware cuente con una voz y proyecte lo mejor de sí hacia el resto de comunidades que hacen vida en el área tri estatal, que es donde se leen nuestras páginas.

Artistas que luego han recibido reconocimientos, o escritores que han sido premiados por la calidad de sus trabajos; otros personajes anónimos que han pasado a formar parte de la historia menuda que se recordará en los tiempos por venir y mucho más; todo esto es lo que se puede hojear en El Tiempo Hispano de los últimos 18 años. Intencionalmente hemos dejado por fuera las notas de página roja que, al fin y al cabo, tampoco son muy frecuentes.

No solo se conserva una colección completa en los anaqueles de la biblioteca de la Universidad de Delaware, sino que además somos el único periódico bilingüe del estado que forma parte del archivo estatal y está disponible para todos los curiosos.

De verdad que sentimos una gran alegría de ver cómo esta comunidad ha crecido y se ha consolidado en estas dos décadas. Sus logres son notables. Lo que nos hace falta ahora, como lo hemos repetido varias veces, es lograr una presencia política más fuerte e impactante. No dudo que estamos más cerca que antes, aunque no se vea mucha luz en ese túnel.

Con el apoyo de nuestros lectores y patrocinantes, nos proponemos continuar nuestra tarea por muchos años más, claro, si el buen Dios nos da vida para seguir adelante.

A todos, de nuevo, muchas, muchas, muchas gracias.

Editorial

I am the first one surprised when I mention that we are entering our nineteenth year with El Tiempo Hispano. Many people have been in this project since its very beginnings; I have eternal gratitude to them for their selfless support.

Each new edition is a creative and informative challenge, and when we turn the pages of the old editions, we realize that it has been wonderful to meet so many interesting people who make our state a better place to live.

Not only have we reached the time to help raise our grandchildren, who were not yet born when we started the newspaper, but we have also been able to enjoy the progress of many young people who, at some point, appeared on our pages. That is the greatest satisfaction, without a doubt.

Times have changed, and we have changed with them, flaunting that maxim that says that the only thing that does not change is change itself. Thus, we have changed our appearance and even our periodicity. What we have not modified is the goal that has guided us over time: ensuring that the Hispanic community of Delaware has a voice and projects the best of itself towards the rest of the communities living in the tri-state area, where our pages are read.

Artists who have later received recognition, writers awarded for the quality of their work, other anonymous characters who have become part of the little story that will be remembered in times to come, and much more; all this has been seen in El Tiempo Hispano for the last 18 years. We have intentionally omitted the red page notes, which are also rare.

Not only is an entire collection preserved on the shelves of the University of Delaware Library, but we are the only bilingual newspaper in the state archives and available to all who are curious.

We truly feel great joy to see how this community has grown and consolidated in these two decades. Its achievements are notable. What we need now, as we have repeated several times, is to achieve a more substantial and more impactful political presence. I am confident that we are closer than before, although there is not much light in that tunnel.

With the support of our readers and sponsors, we intend to continue our task for many more years if the good Lord gives us life to continue forward.

To everyone, again, many, many, many thanks.