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SAN VALENTÍN: AMOR Y CONTRADICCIÓN

El Día del Amor es una fecha en la que las expresiones de afecto y las demostraciones de amor se convierten en la portada de foto.

Se celebra ampliamente en todo el mundo, aunque la extensión y la forma de la celebración pueden variar según la cultura, las tradiciones y las creencias de cada país. Sin embargo, en medio de los corazones y las flores, se esconde un complejo escenario de presiones hacia el amor propio y las relaciones de pareja.

No quiero ser el Grinch de un día donde se profesa el amor y se honran los vínculos amorosos, pero es interesante reflexionar sobre ciertos aspectos que suceden en este día. Por ejemplo, en el último tiempo se habla más de celebrar el amor y no solo el de pareja. Entre los diferentes tipos de amor que se celebran en este día, se incluye el amor propio. Este vínculo fundamental con uno mismo a menudo se ve sometido a intensas presiones en una sociedad que valora la perfección y la autoimagen idealizada.

Es en este contexto donde el amor propio se convierte en un acto de resistencia, en un recordatorio de que el amor verdadero comienza desde adentro. Practicar la autocompasión, cultivar la aceptación y reconocer nuestra valía intrínseca son acciones que se vuelven aún más cruciales en un día donde las comparaciones y las expectativas pueden socavar nuestra confianza.

Por otro lado, tenemos el amor de pareja, ese vínculo emocional y romántico entre dos personas que comparten una conexión íntima y afectiva. Sin embargo, las expectativas que se generan en este día pueden ser un arma de doble filo para la pareja. El Día del Amor puede convertirse en un campo minado de esperanzas y temores, donde las parejas se sienten obligadas a demostrar su amor de manera extravagante o a cumplir con un guion preestablecido de romanticismo.

Estas presiones pueden alcanzar su punto álgido, ya sea a través de las redes sociales que rebosan de fotos de parejas felices o a través de los estándares de belleza inalcanzables promovidos por la industria del consumo.

En medio de estas presiones, es fundamental recordar que el amor no se mide en gestos ostentosos ni en regalos materiales, sino en la calidad de la conexión emocional, en el apoyo mutuo y en el respeto compartido. En lugar de ceder ante las expectativas externas, el día de San Valentín puede convertirse en una oportunidad para celebrar la singularidad de cada relación, para honrar los momentos cotidianos de intimidad y para recordar que el amor verdadero florece en la autenticidad y en la complicidad.

Evidentemente, el amor es un vínculo poderoso que une a las personas y enriquece nuestras vidas de innumerables maneras. Pero el cómo lo vivimos y celebramos debería responder a nuestros intereses y evitar depositar expectativas que nos puedan dañar. Es importante tomarse el tiempo para revisar nuestras relaciones y asegurarnos de que sean saludables, no solo en San Valentín, sino todo el año.

El 14 de febrero nos invita a reflexionar sobre el significado del amor en todas sus formas: el amor propio que nos fortalece desde dentro y el amor compartido que nutre nuestras relaciones. Al enfrentarnos a las presiones externas, podemos encontrar la libertad y la plenitud en la aceptación de nosotros mismos y en la celebración de las conexiones genuinas que enriquecen nuestras vidas.

VALENTINE’S DAY: LOVE AND CONTRADICTION

The Day of Love is a date on which expressions of affection and demonstrations of love become the cover photo.

It is widely celebrated throughout the world, although the extent and form of the celebration may vary depending on each country’s culture, traditions, and beliefs. However, amid hearts and flowers hides a complex scenario of pressure toward self-love and relationships.

I don’t want to be the Grinch of a day where love is professed and loving bonds are honored, but it is interesting to reflect on certain aspects that happen on this day. For example, lately, there has been more talk about celebrating love and not just that of a couple. Self-love is included among the different types of love celebrated on this day. This fundamental bond with oneself is often under intense pressure in a society that values perfection and idealized self-image.

In this context, self-love becomes an act of resistance, a reminder that true love begins from within. Practicing self-compassion, cultivating acceptance, and recognizing our intrinsic worth become even more crucial in a day where comparisons and expectations can undermine our confidence.

On the other hand, we have couple love, that emotional and romantic bond between two people who share an intimate and emotional connection. However, the expectations generated on this day can be a double-edged sword for the couple. The Day of Love can become a minefield of hopes and fears, where couples feel obliged to demonstrate their love in extravagant ways or to comply with a pre-established romantic script.

These pressures can reach a fever pitch, whether through social media overflowing with photos of happy couples or unattainable beauty standards promoted by the consumer industry.

Amid these pressures, it is essential to remember that love is not measured in ostentatious gestures or material gifts but in the quality of emotional connection, mutual support, and shared respect. Instead of giving in to external expectations, Valentine’s Day can become an opportunity to celebrate each relationship’s uniqueness, honor everyday moments of intimacy, and remember that true love flourishes in authenticity and complicity.

Love is a powerful bond that unites people and enriches our lives in countless ways. However, how we live and celebrate it should respond to our interests and avoid placing expectations that could harm us. It’s essential to take the time to review our relationships and make sure they are healthy, not just on Valentine’s Day but all year long. February 14 invites us to reflect on the meaning of love in all its forms: self-love that strengthens us from within and shared love that nourishes our relationships. By facing external pressures, we can find freedom and fulfillment in accepting ourselves and celebrating the genuine connections that enrich our lives.