Henriette Alejandra Alcayaga

La Trampa de la Historia: Repetir los Mismos Errores

Hace unos días vi la película “The Zookeeper’s Wife”, una historia real basada en los guardianes del Zoológico de Varsovia que ayudaron a salvar a cientos de personas de manos de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. La película me dio algo de esperanza al saber que todavía hay personas que respetan a otro ser humano, independientemente de su ideología, nacionalidad o religión.

Después de sentir mucha tristeza por todos aquellos que murieron en los campos de concentración y por la propia guerra, recordé que hace un mes escribí sobre el ataque de Irán a Israel y que a la fecha Israel respondió a ese ataque de forma violenta. Entonces me pregunto: ¿Han aprendido algo esos países de las guerras que han tenido? La acción en cadena se repite.

A menudo caemos en el mismo ciclo de conflicto, donde los intereses políticos, económicos y territoriales avivan las llamas de la discordia. Es difícil no sentir desilusión hacia la especie humana en momentos como estos, y a menudo pierdo las esperanzas. Una y otra vez, la humanidad cae en el mismo patrón destructivo: la guerra como supuesta solución a los conflictos. En un mundo supuestamente civilizado, ¿cómo es posible que la violencia siga siendo la respuesta predominante ante las disputas entre naciones? Es hora de enfrentar la realidad: la guerra no solo es inhumana, sino que también es ineficaz y contraproducente.

También en estos días vi un documental sobre una secta chilena en donde exponían el contexto del mundo en el año 2012, mostrando la guerra en Siria, los problemas del calentamiento global, sectas que mataban personas porque supuestamente se acababa el mundo el 21 de diciembre del año 2012. Si sigo hacia atrás, encontraré esta misma dinámica cíclica del mundo.

De verdad, ¿en qué estamos pensando? ¿Cómo podemos educar para hacer el bien? La gente de más de 40 años habla de la generación de cristal como si fuera un problema. ¿No creen que la violencia con la que se educaron a las generaciones pasadas no era la forma correcta de hacerlo?

Debemos priorizar la diplomacia y el diálogo como herramientas para resolver disputas. En lugar de recurrir a la fuerza militar, deberíamos fomentar una cultura de paz interna y comunitaria. Esto implica promover la tolerancia y el respeto mutuo. Significa resistir la tentación de la retaliación y buscar soluciones que beneficien a todos, incluso a aquellos con los que estamos en desacuerdo.

Es responsabilidad de cada uno de nosotros, como ciudadanos del mundo, rechazar la narrativa de la guerra y abogar por un enfoque más humano y sensato para resolver nuestros desacuerdos. Es hora de hacer reflexionar a las personas sobre el verdadero costo de la guerra, tanto en términos de vidas humanas como en términos de sufrimiento humano. Solo entonces podremos construir un futuro real para las generaciones venideras.

Me atrapa un sentimiento de enojo y es lo que menos quiero sentir. Pero voy a ser sincera: a veces no encuentro la salida de esos sentimientos. ¿Hacer oídos sordos y nublarme la vista para no ver lo que pasa? ¿Para vivir más feliz? Me cuesta y me niego a hacerlo. Espero que tú tampoco lo hagas y que cuando se trate de violencia, al menos la rechaces en todas sus formas.