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La Esperanza homenajea a 36 nuevos ciudadanos estadounidenses en celebración inaugural

La Esperanza honors 36 new U.S. citizens at inaugural celebration

GEORGETOWN, DEL. – Daniel Cabañas Durán, a Cuban immigrant, doesn’t take for granted the privileges that come with being a U.S. citizen.

“I’m able to do things I was never going to be able to do in my own country, like enjoy freedom of speech, vote and decide my own future, and provide for my family,” he explained at a ceremony that honored the journey of 36 new citizens from La Esperanza’s immigration program. Cabañas Durán, who lives in Lewes, works as a software engineer. 

More than 250 people, including Congressman Thomas Carper, Lt. Gov. Dr. Bethany Hall-Long and Rep. Ruth Briggs-King, gathered at La Esperanza’s inaugural citizenship celebration at Delaware Technical Community College in Georgetown.

“The process to become a citizen is not an easy one,” Carper said to the group. “It takes years of waiting, paperwork, studying and money, but you did it! You never gave up, and the day is finally here. Congratulations!”

Hall-Long noted that it takes strength to depart from the only homes you’ve ever known — the lives, the loved ones — for a new start in the United States. Many escaped violence; others sought a better future.

“As you embarked on and completed this journey, you continued the historic legacy of so many immigrants that have come before you. It’s a legacy rooted in the founding of this great country and seeded throughout every major milestone of its history,” she said.

Delaware Tech Campus President Bobbi Barends led a panel discussion with four of the citizens, who discussed their journey. Among them was Tidal Health physician Dr. Sandra Palavecino Acuña of Seaford. Political instability forced her and her family to leave Venezuela and settle in Chile. Later, she came to the United States.

“At times, the citizenship process felt like a part-time job,” she noted. Along her path, she also had to repeat her medical residency in the United States to fulfill medical board requirements.

Darvin Mérida Juárez left his homeland of Guatemala at the age of 15. He said he enjoyed his childhood in his homeland but reached a point at which he wanted more. Today, he owns a plumbing company in Georgetown.  

Lizbeth Reyes Serrano, originally from Mexico, found a new calling in her new land. She aspires to help other women tackle immigration paperwork.

“Being a citizen of the United States has given me a new purpose: to be a better person,” said the Wilmington resident.  

La Esperanza helps an estimated 600 people each year on their citizenship or residency journeys in multiple ways, including permissions to work, Deferred Action for Childhood Arrivals renewals, temporary protected status and permanent residency applications.

La Esperanza, located on Race Street in Georgetown, was born out of the compassion of Sister Ascensión Banegas, Sister Rosa Álvarez, and Sister María Mairlot, who came to Georgetown in the 1990s to help immigrants who were arriving in Delaware to work in the poultry plants.

The nuns, originally from Spain, witnessed the difficulties of immigrants in a new land, and offered them hope and inspiration. Sister María, the sole surviving founder, sent a video message from her home in Washington D.C.

La Esperanza Executive Director Dr. Jennifer Fuqua said it had been a long time since La Esperanza had been able to come together with friends, supporters and the community for a celebration, and that “this is the best reason – to celebrate and recognize you – new citizens and your families.”

“We’re excited about the future,” she added, “and invite you to join with us as we serve the community, and partner together to create a thriving Latino community where hope is fulfilled.”

Daniel Cabañas Durán, inmigrante cubano, no subestima los privilegios asociados a la obtención de una ciudadanía estadounidense.

“Puedo hacer cosas que jamás habría podido hacer en mi país, como expresarme con libertad, votar, decidir sobre mi propio futuro y mantener económicamente a mi familia”, explicó en un homenaje a 36 nuevos ciudadanos del programa de inmigración de La Esperanza. Cabañas Durán vive en Lewes y trabaja como ingeniero de software.

Más de 250 personas, incluidos el congresista Thomas Carper, la vicegobernadora Bethany Hall-Long y la representante Ruth Briggs-King, se reunieron en la celebración inaugural de ciudadanía que realizó La Esperanza en el Delaware Technical Community College de Georgetown.

“El proceso de la ciudadanía no es fácil”, dijo Carper al grupo. “Se necesitan años de espera, trámites, estudio y dinero, ¡pero lo lograron! No se rindieron, y el día finalmente llegó. ¡Felicitaciones!”.

Hall-Long reconoció que ellos debieron ser fuertes para dejar los únicos hogares que conocían, sus vidas, sus seres queridos, y volver a empezar en los Estados Unidos. Muchos escaparon de la violencia; otros buscaron un futuro mejor.

“Al iniciar y completar este viaje, continuaron el legado histórico de muchos inmigrantes que los precedieron. Es un legado arraigado en la fundación de este gran país y sembrado a lo largo de cada hito de su historia”, añadió.

Bobbi Barends, presidenta del campus de Delaware Tech, encabezó un panel de debate con cuatro de los ciudadanos, que hablaron sobre el camino que debieron recorrer. Una de ellos fue la médica de Tidal Health Sandra Palavecino Acuña, de Seaford. La inestabilidad política la obligó a marcharse de Venezuela con su familia y establecerse en Chile. Más adelante, se mudó a los Estados Unidos.

“Por momentos, el proceso de la ciudadanía se sentía como un trabajo de medio tiempo”, contó. Parte de este proceso incluyó volver a hacer su residencia médica en los Estados Unidos para cumplir con los requisitos de la junta médica.

Darvin Mérida Juárez dejó su Guatemala natal a los 15 años. Contó que disfrutó su infancia en este país, pero llegó un punto en que quería más. Hoy, es dueño de una empresa de servicios de plomería en Georgetown.

Lizbeth Reyes Serrano, oriunda de México, encontró otra vocación en esta nueva tierra. Aspira a ayudar a otras mujeres con sus trámites de inmigración.

“Ser ciudadana estadounidense me ha dado un nuevo propósito: ser una mejor persona”, dijo la residente de Wilmington.

Todos los años, La Esperanza ayuda a un promedio de 600 personas con sus trámites de ciudadanía y residencia, incluidas solicitudes de permisos de trabajo, renovaciones de DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia), Estatus de Protección Temporal (TPS) y residencia permanente.

La Esperanza, con sede en Race Street en Georgetown, surgió de la compasión de la Hermana Ascensión Banegas, la Hermana Rosa Álvarez y la Hermana María Mairlot, que vinieron a Georgetown en la década de 1990 para ayudar a los inmigrantes que llegaban a Delaware a trabajar en las plantas avícolas.

Las monjas, oriundas de España, fueron testigos de las dificultades de los inmigrantes en una tierra nueva, y les ofrecieron esperanza e inspiración. La Hermana María, única fundadora sobreviviente, envió un mensaje de video desde su hogar en Washington D. C.

Jennifer Fuqua, directora ejecutiva de La Esperanza, dijo que hacía mucho que La Esperanza no lograba reunir a amigos, colaboradores y la comunidad en una celebración, y que “esta es la mejor razón (…) para festejar y homenajear a (…) los nuevos ciudadanos y sus familias”.

“Estamos muy entusiasmados con lo que vendrá, y los invitamos a sumarse a nuestras labores comunitarias y colaborar en la creación de una comunidad latina próspera que haga sus sueños realidad”, añadió.