Editorial
La mayoría de las veces que hacemos un repaso de las noticias, solo encontramos un catálogo extenso de mentiras, medias verdades y narraciones horrorosas. Creo que usted coincide conmigo en este aspecto. Es algo verdaderamente lamentable que un candidato presidencial asegure que los inmigrantes se están comiendo las mascotas de sus vecinos, o que uno de los hombres más ricos del planeta que adquirió la plataforma Twitter y le cambió el nombre a algo tan anodino como X, se queje públicamente de que nadie esté atentando contra la vida del presidente Biden o la vice presidenta candidata Kamala Harris, mientras el candidato de las mentiras ha sufrido ya dos atentados fallidos, como otras tantas otras cosas en su vida.
Aterrador me resulta la narrativa del marido, padre y abuelo, en Francia, que por años drogó a su mujer para que desconocidos la violaran mientras estaba inconsciente, pasan de 50 los acusados de haber participado en tan horrenda aventura y, no solo eso, otro francés ha tenido la osadía de replicar el caso con su propia esposa invitando al primero a abusar de su pareja. No deja de ser desconcertante que tanta maldad somos capaces de albergar en nuestros corazones los seres humanos.
El listado de malas noticias es largo y casi inagotable e incluye una que no podemos pasar por alto, aunque hayamos tocado el tema reiteradas veces. Se trata de lo que está pasando en Venezuela luego de las elecciones que se realizaron hace un mes. Los delincuentes que se han asentado en el poder, no solo se niegan a reconocer que perdieron abrumadoramente la contienda electoral, si no que se han dedicado a encarcelar a miles y matar decenas sin mayores consecuencias. La ultima perla noticiosa es el exilio del candidato ganador, luego de hacerle firmar, delante del embajador de España, un documento en el que acepta que perdió las elecciones, y reconoce que el actual dictador es el verdadero ganador y yo me marcho a un nuevo rumbo.
Nadie pone en duda que la conducta de Edmundo González es débil, ya que se marcha, pero deja a su familia, quizás como rehenes, en Venezuela. Siguiendo un guion bastante claro, de inmediato se devela un plan para asesinar a Maduro y con gran astucia capturan a cinco ciudadanos extranjeros acusados de formar parte de la trama asesina.
Lo cierto es que la maldad aflora por todos los poros y no tienen ningún empacho para utilizar cualquier método para afianzarse en el control del país. Recordemos ya han robado al menos 4.200 millones de dólares y no es fácil dejar de lado el botín y renunciar a seguir el saqueo. Como si fuera un cuento macabro, recordemos lo que narra el periódico El País en su edición del 18 de septiembre cuando Eric Beaumard, director de sumilleres del restaurante Le Cinq en el hotel George V, uno de los más exclusivos de París, creyó haberse equivocado cuando el 20 de noviembre de 2009 comprobó en la cuenta de su sociedad Ampelies un ingreso de 99.980 dólares (90.000 euros) procedente de uno de sus mejores clientes, Diego Salazar. Era la propina del amable y conversador empresario venezolano que frecuentaba el establecimiento, donde reservaba la mejor mesa para catar sus vinos. Se trata del sobrino del ministro de petróleo de Venezuela Rafael Ramírez, famoso por gastar dinero como espantando moscas. Es solo un ejemplo de la manera descarada en que han despilfarrado la riqueza mientras llevaron el país a la completa ruina.
No olvides que el sucesor de Ramírez, el señor Tareck El Aissami, fue acusado de apropiarse de billones de dólares, algo que cuesta de verdad entender, mejor dicho es incluso difícil de creer, pero es cierto.
Todavía hoy quieren seguir robando, no hay otra razón, perdón sí hay otra quizás más importante: el miedo de ir presos por el resto de sus días. Esa sí sería una extraordinaria buena noticia.
Editorial
Most of the time, when we look at the news, we only find an extensive catalog of lies, half-truths, and horrific narratives. You would agree with me on this point. Regrettably, a presidential candidate claims that immigrants are eating their neighbors’ pets or that one of the wealthiest men on the planet, who acquired the Twitter platform and changed its name to something as innocuous as X, publicly complains that no one is attempting to kill President Biden or Vice President candidate Kamala Harris, while the candidate of lies has already suffered two failed attempts, as well as many other things in his life.
I find the narrative of the husband, father, and grandfather in France, who for years drugged his wife so that strangers would rape her while she was unconscious, terrifying. There are more than 50 people accused of having participated in such a horrendous adventure, and on top of that, another Frenchman has dared to replicate the case with his own wife, inviting the first to abuse his partner. It never ceases to be disconcerting that we humans are capable of harboring so much evil in our hearts.
The list of unwelcome news is long and almost inexhaustible and includes one that we cannot ignore, even though we have touched on the subject repeatedly. It is about what is happening in Venezuela after the elections that took place a month ago. The criminals who have settled into power not only refuse to recognize that they lost the electoral contest overwhelmingly, but they have also dedicated themselves to imprisoning thousands and killing dozens without any consequences. The latest pearl of news is the exile of the winning candidate, after making him sign, in front of the Spanish ambassador, a document in which he accepts that he lost the elections and recognizes that the current dictator is the true winner and, by the way, he is leaving for new horizons.
No one doubts that Edmundo González’s conduct is weak since he is leaving, but he leaves his family, perhaps as hostages, in Venezuela. Following a clear script, a plan to assassinate Maduro is immediately revealed, and with great cunning, they capture five foreign citizens accused of being part of the murderous plot.
Evil is evident in every pore, and they have no qualms about using any method to strengthen their control of the country. Remember that they have already stolen at least 4.2 billion dollars; putting aside the loot and giving up continuing the take is not easy. As if it were a macabre tale, let us remember what the newspaper El País tells in its edition of September 18 when Eric Beaumard, director of sommeliers at the Le Cinq restaurant in the George V hotel, one of the most exclusive in Paris, believed he had made a mistake when on November 20, 2009, he noticed a deposit of 99,980 dollars (90,000 euros) in the account of his company Ampelies from one of his best clients, Diego Salazar. It was the tip from the friendly and talkative Venezuelan businessperson who frequented the establishment, where he reserved the best table to taste his wines. He is the nephew of Venezuela’s oil minister Rafael Ramirez, famous for spending money like shooing flies. It is just one example of how shameless they have squandered wealth while leading the country to complete ruin.
Don’t forget that Ramirez’s successor, Mr. Tareck El Aissami, was accused of embezzling billions of dollars, which is hard to understand or even hard to believe, but it is true. They want to continue stealing today for no other reason. Excuse me, there is another, more important one: the fear of going to prison for the rest of their lives. That would be excellent news.